Ella solía soñar colgada a la ventana. Y perdía el sentido del tiempo y también el del espacio. Pasaba los inviernos contando suspiros sin aliento, veranos bailando en las farolas de la esquina, otoños contando con pasión sus historias y primaveras desgastando la sonrisa.
Ella solía soñar abrazada a la almohada y tanto ella soñaba, que jamás supo si las noches plateadas fueron mito o realidad.
Ella solía soñar mientras sus mejillas estaban pintadas de un natural rojo cerezo, mientras sus ojos brillaban con un fulgor intenso y su mirada vagaba perdida entre lo infinito de su sueño.
Ella solía soñar... Y con tanta devoción lo hacía que nunca jamás se supo como en cada sueño ella moría. Tanta fue la magnitud de su belleza y la inmensidad de su delirio, que aun en el Hades, consiguió un campo de rosas eternas donde inspirar al pensamiento para cantar una oda a los besos de fuego, al romanticismo a poca luz y a los paseos de Luna por la orilla del mar.
2 comentarios:
Me encanta lo de la farola : D
Despues de mil años he vuelto de levantar cabeza de los libros y mis examenes para dejaros un besito :*
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