Las tardes de domingo



Son raras. Como diría la canción de Amaral, que por cierto tenía mucho tiempo sin escuchar a pesar de que me solía gustar mucho. Supongo que es algo normal olvidarse de las cosas por la excusa perezosa de creer que no hacen falta. Cuanta flojera nos da pensar, ¿no?

Total, mejor me centro que ya me voy por las ramas. ¿Qué decía? Ah, sí. Las tardes de domingo son raras. Acumulan el cansancio de la semana y la fiesta de la noche anterior, la presión de pensar -cual intolerantes- que el lunes se acerca implacable. Son horas de estar por estar, de andar en casa, de ver alguna película. Quizá leer un buen libro, preparar una receta gourmet, dar una visita a los templos, o siestas de belleza. Y para los más modernos y enérgicos, el día ideal para pasear por una urbe de contrastes.

Me atrevería a decir que en domingo a nadie le agrada mucho pensar y por su parte, optamos por disfrutar de veinticuatro horas libres para hacer poco más que nada mientras hundimos la cabeza en la almohada intentando bloquear los pensamientos cada vez más pesados de un lunes que se viste de un traje muy visto y aburrido. Llenos de tedio y con una pizca de terror, intentamos huirle a esa rutina que igual nos ganará la batalla desde el instante en que apaguemos las luces y nos quedemos dormidos.

Mis tardes de domingo suelen ser más comunes de lo que imaginarían; los paso sin nada que contar y muchas ganas de desperdiciar el tiempo. Sin embargo, quizá hoy sí sea un domingo de los raros. Guiada por un impulso decido escribir alguna tontería antes de rendirme plácidamente entre los brazos de Morfeo, y así aprovecho para echar un vistazo a lo que él (Rob) escribe, mas pienso que aborrezco los tags tan simpáticos que adornan sus entradas. No es mi estilo, no va conmigo. Detesto tanto tecnicismo y tanta ansiedad por la clasificación. Pienso que podría escribir quejándome de él y sus tags, naturalmente a nadie le importaría mis intenciones. Pero debo admitir que tras apenas dos minutos escribiendo sobre domingos insustanciales desistí de encajar mis quejas anarquistas y me metí en la cabeza la idea de que tampoco estaría tan mal...

Es así como concluyo que adoro esos domingos (raros) donde sólo te levantas sonriendo y diciendo ¿qué más da? Incluso si hablamos de canciones, rarezas y etiquetas de blog.

Feliz inicio de semana. ;-)

btemplates

1 comentarios:

Ro dijo...

Domingo es igual a cama, películas, buen vino y rock.

Me gustó :)

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